miércoles, 2 de septiembre de 2009

Misterios

Hace cuatro años yo estaba trabajando en una pequeña ciudad fronteriza de mi Estado, una señora mayor (maestra jubilada) me rentaba unos pequeños cuartos en el mismo patio de su casa, muy linda la señora, atenta, amable y cariñosa; me había platicado que uno de sus hijos había construido y vivido en esa casita.
Eran las seis de una tarde calurosa del 2 de septiembre, salí de mi refugio refrigerado para platicar un rato con la maestra y tomarnos un café en el patio bajo unos árboles de mora; me comentó que había tenido una mala noticia, había venido un oficial de policía y le avisó que ese hijo suyo había tenido un accidente en carretera, desde ese momento la acompañé, ya se le había llamado a unos parientes que no le daban razón, que no lo encontraban en los diferentes hospitales de la Capital, como a las diez de la noche llamó a la Cruz Roja y le comunicaron su muerte.
Es imposible describir el dolor de una madre, no hay palabras que pueda decir que expliquen su sufrimiento, después que se repuso arregló todas sus cosas y partió a ver a su hijo, viajaría alrededor de 7 horas. Pues bien, la maestra no volvió hasta casi un mes después.
Dentro de ese tiempo tuve un sueño muy raro: era de noche, había mucha luz y un hombre de edad indefinida quería entrar a mi casita, donde dormían mi hijo de 14 años y mi sobrinita de 1 año, de la cual estoy a cargo. Pues yo le pregunté a ese hombre que quería y me dijo -es mi casa- yo le respondí con energía -no puedes entrar-, yo lo veía muy enojado, su ceño asi lo indicaba; sin embargo yo no le tenía miedo, él estaba a unos dos metros y yo agarraba fuertemente la perilla de la puerta a mi espalda, no estaba dispuesta a dejarlo pasar, contemplaba su pelo canoso iluminado de azul por la luz de la luna, pero veía su rostro que no era un viejito ni nada de eso; todavía él me dijo que no venía solo, que no se quien lo esperaba allá afuera, y me señalaba el cerco de la casa, como para intimidarme.
Poco a poco fue aumentando su energía , de repente lo veo venir decidido a pasar por encima de mí, cuando sale un muchacho joven de la esquina de la casa como a dos metros también y se le interpone con su cuerpo, con muchísima autoridad y fuerza le dice que no puede entrar, nada más. Gracias a Dios, me dije, me envió un ángel para protegernos.
A unos cuantos días regresó la maestra y le preparó un novenario de rezos en su casa, por supuesto que fui, la verdad, casi no me sorprendí al ver la foto de su hijo, era el mismo hombre que yo soñé; era joven, tenía 38 años, pero su pelo estaba completamente canoso y sus cejas eran espesas y cerradas, como si siempre estuviera enojado.
Me quedé tranquila, porque comprendí que no estaba enojado, así era su expresión y que si quería entrar era porque así lo deseaba, quizás quería quedarse ahí para siempre, en la casa donde nació y creció, y cerca de su madre. Dios lo tenga en su Santa Gloria, escribo esto como homenaje al Profr. Oswaldo Olea Olea en este triste aniversario de su muerte.
Existen muchos misterios en nuestros sueños, si eres de los que acostumbras tirarlos a locos, quizás te convenga recapacitar y ponerles un poquito más de atención, tal vez escribirlos aunque no lo consideres importante, y hay que aprender a no tenerles miedo a las apariciones, pesadillas y esas cosas, ya que no te pueden hacer daño.
No soy muy religiosa, pero siempre me ha funcionado "encargarme" a Dios antes de dormir y rezar cuando me siento en peligro. SI FUNCIONA!!!!!!



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