Día a día se viven grandes experiencias, les voy a platicar lo que una vez me pasó, yo estaba muy joven y vivía en casa de mi madre, hacía una hora de camino de mi casa al poblado donde trabajaba como maestra rural y tenía que levantarme muy temprano.
Una noche tuve una horrible pesadilla, un niño como de seis años con cara diabólica y un cuchillo en la mano me retaba desde la puerta entreabierta de la entrada de mi casa, me miraba directamente a los ojos mostrándome una horrible sonrisa dientuda y parecía que me mataría, aun en mi sueño, me puse a rezar y recuerdo que desperté temblando de miedo, la recámara estaba completamente a oscuras, mis hermanas y mi madre dormían en la misma habitación, pero no me sentía protegida, estaba paralizada del terror...escuchaba una fuerte respiración junto a mí, yo no me movía ni quería respirar, poniendo mucha atención a los resoplidos, recé y recé, me atreví a mirar el reloj, unos grandes números rojos marcaban las tres de la mañana; no supe en que momento me quedé dormida.
A las cinco de la mañana sonó el despertador, me levanté, puse una olla de agua en la estufa para calentarla para bañarme, ya que era tiempo de frío, fui al baño que estaba fuera de la casa y me bañé, todo esto sin prender grandes luces ni despertar a mi mamá quien se levantaba a hacerme desayuno, pero un poco más tarde. Ya estando lista y arregladita mi mami se levantó, prendió el foco de la sala y... recordé mi pesadilla, la cual había olvidado Gracias a Dios, cual no sería mi sorpresa que la puerta estaba entreabierta justo como la soñé, mi madre se sorprendió ya que juró y perjuró que la había cerrado, tal como lo hacía cada noche, ella era muy cuidadosa.
Por las premuras del tiempo no le conté nada, y ahora que lo pienso mejor, creo que nunca se lo conté.
Buenas noches, no olvides cerrar bien la puerta y dejar encendida una lucecita.
